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1883
La telefonía daba apenas sus primeros pasos en la Argentina y ya había estallado el primer conflicto gremial: los empleados de la empresa Gower-Bell habían decidido renunciar a sus empleos en respuesta al rechazo patronal a sus reclamos de aumento de salarios.

Los trabajadores escribieron una carta que fue publicada en el diario La Prensa, en octubre de 1883 que indicaba: “Señor Director de El Diario: Los abajo firmados ex empleados del Telégrafo Gower-Bell, rogamos a Ud. inserte en las columnas de su apreciable diario lo siguiente. Hemos visto en varios diarios de la mañana que se nos había despedido de nuestros empleos, lo cual es al contrario. No hemos sido despedidos sino que hemos renunciado a nuestros empleos por no querernos pagar el sueldo que pedíamos.”
Telefónicos/as: Una historia de lucha gremial

La carta incluía las formalidades de la época y estaba firmada por: Rafael Daleci, David Aguirre, Marcelino Agudin, Isac Anguita, Arturo Loveira, Ricardo González, Carlos Lovatto, Guillermo Mac Grath y Manuel Silva.

La empresa intentó reemplazar a los operarios pero se encontró con decenas de quejas de los usuarios ya que el conocimiento de los renunciantes no era reemplazable y la empresa debió reincorporar, con el respectivo aumento, a los nueve rebeldes.

1887-1904
En los años siguientes, la telefonía protagonizó un veloz crecimiento, acompañando la explosión urbana provocada por las migraciones, y también protestas gremiales por salarios y condiciones laborales. Al mismo tiempo, se sumaban otros episodios protagonizados por los trabajadores telefónicos: reclamos salariales en 1887; una protesta en 1896; y un intento de huelga, que no llegó a concretarse, en 1904.

1907
Se produce la primera gran protesta de los trabajadores telefónicos. Para entonces, la telefonía seguía dando pasos agigantados de la mano del esfuerzo de los trabajadores pese a que las/os telefónicas/os seguían siendo rehenes de prácticas laborales indignas.

Se desarrollan obras impactantes como el tendido de cables a través de la cordillera de los Andes y la conexión con Uruguay, la primera conexión subacuática del mundo.

Las telefonistas de la Sección Once -que funcionaba en Pueyrredón, entre Rivadavia y Bartolomé Mitre- de la Unión Telefónica deciden iniciar un reclamo por mejoras sus condiciones laborales. Las telefonistas se enfrentaban, día a día, a una áspera rutina: jornadas de doce horas; estrictas medidas disciplinarias; sueldos paupérrimos; y maltrato de parte de los clientes, que solían culparlas cuando las comunicaciones no podían establecerse.

El administrador de la Unión Telefónica, Jacobo Parker, recibió el reclamo y midió fuerzas con las veinte trabajadoras. Ellas sabían que contaban con el apoyo de muchos usuarios, pero necesitaban sumar a su causa a los trabajadores de otras secciones. No lo consiguieron. Parker, frente a esta situación, decidió despedir a ocho de las veinte telefonistas. El golpe fue duro, pero dejó algunas lecciones: en el futuro, nada sería posible sin unidad.

1919
Poco después de los sucesos de la Semana Trágica, el 2 de febrero de 1919, se fundó la Federación Argentina de Telefonistas. Después de una primera protesta exitosa, la Unión Telefónica inició una campaña de captación de trabajadores desleales a sus compañeros y consiguió, en poco tiempo, que ese primer intento gremial quedara descabezado.

1920
En diciembre de 1920, un grupo de telefonistas de tendencia anarquista fundan la Sociedad de Resistencia de Telefonistas, que no logró consolidarse y que abrió paso a una década muy oscura para los intereses de los trabajadores: mientras el negocio crecía a pasos agigantados, los derechos laborales se reducían a su mínima expresión.

1926
Desembarca en la Argentina la poderosa multinacional de las comunicaciones International Telephone and Telegraph (ITT), que en sus primeros tres años en el país logra quedarse con el dominio completo de la telefonía argentina. Al mismo tiempo, un grupo de jóvenes trabajadores telefónicos comienza a hacer un trabajo gremial desde la clandestinidad.

En tiempos en los que el control de la patronal era férreo y cualquier acción militante significaba el despido inmediato, igualmente muchos trabajadores se atrevieron a seguir adelante para luchar por los derechos de todos. Entre ellos, se destacaba Luis Gay, la figura más importante de la militancia telefónica en sus primeros cincuenta años de historia.

De a poco, a través de la distribución de documentos sobre políticas y reivindicaciones sindicales, fue posible reagrupar nuevamente a los trabajadores telefónicos.

1928
El 26 de junio de 1928 se creó la Federación de Obreros y Empleados Telefónicos (FOET).

1930
Luis Gay se dedicó a propiciar la creación de sindicatos telefónicos en todo el país. De este modo, poco antes de la caída de Hipólito Yrigoyen, en 1930, los telefónicos santafesinos llevaron adelante una extraordinaria lucha de 74 días.

1932
Ya en tiempos de la dictadura los trabajadores de FOET fueron protagonistas de una huelga de 52 días de lucha.

Contra las continuas provocaciones y despidos de la Unión Telefónica los trabajadores llevaron adelante medidas de todo tipo desarticulando por completo las comunicaciones en la Argentina, incluso lograron incomunicar a la Casa de Gobierno.

Luis Gay fue despedido de su puesto de trabajo pero continuó siendo el líder indiscutido del gremialismo telefónico.

1935
En la segunda mitad de la década del treinta, cuando el movimiento obrero argentino se divide, Gay se destaca como referente de la Unión Sindical Argentina (USA).

1944
En un intento por agrupar a los sindicatos telefónicos de todo el país, se funda la Federación Obrera de Telecomunicaciones de la República Argentina (FOTRA), que será protagonista del ascenso y llegada al poder del por entonces coronel Juan Domingo Perón.

1945
Gay es un hombre clave en los sucesos que desembocarán en la histórica jornada del 17 de octubre de 1945 y, posteriormente, será uno de los fundadores y referente principal del Partido Laborista, la estructura política que acompañó a Perón en su llegada al poder. Sin embargo, pronto aparecieron roces entre los dirigentes laboristas y Perón.

1948
El 18 de marzo de 1948, Perón firma los convenios que incorporan a los teléfonos al patrimonio del Estado, a través de la Empresa Mixta Telefónica Argentina (EMTA), que un año más tarde sería reemplazada por Teléfonos del Estado.

Con la inversión estatal Argentina se consolidará como un líder absoluto en América Latina en prestación del servicio telefónico.

1950
El 20 de abril de 1950 se crea la Federación de Obreros y Empleados Telefónicos de la República Argentina (FOETRA), que obtiene la personería gremial el 16 de junio de ese año.

La normalización de las organizaciones gremiales telefónicas se completa con la elección del primer Consejo Directivo Central de FOETRA, que tenía a Jesús Arias como presidente, a Oscar Cheroni como vice y a Raúl Carou como secretario.

Con el derrocamiento del gobierno de Perón se producen cambios dramáticos para el gremio y para la empresa.

1956
En enero de 1956, el gobierno de facto autodenominado Revolución Libertadora crea la Empresa Nacional de Telecomunicaciones (ENTel). Los dirigentes telefónicos de extracción peronista son perseguidos y encarcelados.

1957
Contra todas las dificultades de la dictadura el gremio telefónico lleva adelante una huelga por mejoras salariales que conmueve al país y promueve la participación de otros sindicatos.

Los trabajadores telefónicos son reprimidos y el sindicato pierde su personería gremial. Aún así, los trabajadores continúan su lucha y, pese a que finalmente terminan las acciones por la presión del gobierno, dejan claro que –aun en un tiempo en el que los trabajadores se enfrentaban a un gobierno enemigo de sus aspiraciones- era posible plantear un escenario de enfrentamiento y lucha por los derechos obreros.

1958
Comienza la normalización del sindicato, que se va a perfilar, desde entonces, como una organización de claro perfil combativo.

Asimismo, se crea FOETRA Buenos Aires, que comienza a tener un rol protagónico en las luchas telefónicas. Juan José Jonch, Agustín Cuello, Allan Díaz y Héctor Mango son algunos de los referentes de diez años de lucha en varios frentes.

Por un lado, contra las dictaduras y los sucesivos intentos de romper la unidad del sindicato a través de organizaciones pretendidamente gremiales, manejadas por la patronal y destinadas a minar el espíritu de lucha de los trabajadores.

Por el otro, son los trabajadores telefónicos protagonistas en el esfuerzo por conseguir el regreso de Perón y en los enfrentamientos internos de la CGT.

1968
Se erige la figura de un dirigente joven, proveniente de los Talleres Ciudadela: Julio Isabelino Guillán. El será una de las caras destacadas de la CGT de los Argentinos, un emblema de la resistencia sindical argentina. Pero además, el sindicato telefónico plantea con firmeza su oposición a los diferentes –y todavía tibios- intentos de privatización periférica.

En la década del setenta, los trabajadores telefónicos están claramente identificados con las luchas populares. Antes y después del regreso de Perón, FOETRA deja claro cuál es su lugar en los enfrentamientos de los dirigentes sindicales: lejos de la burocracia. Esa determinación será duramente castigada por la dictadura de 1976, que encarcelará y provocará la desaparición de decenas de trabajadores telefónicos.

1977
Perdidas todas las conquistas trabajosamente conseguidas con años de lucha, los telefónicos seguirán adelante. Pese a la cárcel que sufren sus principales referentes, los trabajadores de ENTel deciden poner en marcha un plan de lucha en 1977 por la defensa de la jornada de siete horas, a pesar de la feroz represión que sufren todos los movimientos sindicales. En silencio, pero con firme decisión, miles de trabajadores se retiran de sus puestos luego de cumplir la séptima hora de trabajo.

La dictadura pretende, en un principio, restarle importancia a la protesta, pero cuando se hace evidente la fortaleza de los trabajadores, actúa brutalmente, despidiendo a tres mil trabajadores, algunos de los cuales fueron secuestrados semanas más tarde. Con el gremio en manos de dirigentes cómplices del poder, los trabajadores aún resisten y, desde la clandestinidad, luchan por la empresa estatal.

1980
A comienzos de los ochenta, vuelven a la carga contra la privatización llave en mano de las centrales. La Guerra de Malvinas detiene este proceso, pero los trabajadores ya han decidido recuperar su liderazgo. Con el regreso de la democracia, Guillán retoma el control del sindicato, pero para muchos, su discurso ha cambiado: más moderado, se acerca a sectores de la burocracia sindical e, incluso, del gobierno radical.

1988
FOETRA Buenos Aires, vive momentos de mucho debate. Y mucho más cuando en 1988 el ministro Rodolfo Terragno anuncia un acuerdo con Telefónica de España para la creación de una empresa de comunicaciones de propiedad mixta.

Los telefónicos se movilizan intentando convencer a una sociedad que ha sido seducida desde muchos sectores por el discurso de la supuesta eficiencia que prometen los operadores privados. La empresa es claramente saboteada para favorecer el discurso privatista. El plan de Terragno fracasó frente a la oposición peronista.

1989
Con la llegada al poder de Carlos Menem, el proceso privatizador se profundiza. Menem designa a María Julia Alsogaray como interventora de ENTel y le da órdenes claras: la empresa debe ser entregada en tiempo récord.

De este modo, la privatización del servicio telefónico –un proceso plagado de irregularidades, antes, durante y después del traspaso a manos privadas- se convierte en un emblema de cómo el menemismo destruyó el Estado.

El gremio telefónico se divide. Por un lado, un sector de dirigentes –parte de los cuales ya habían negociado con la última dictadura- se une fervorosamente a Menem y es beneficiado con un abanico de negocios vinculados a la entrega de los teléfonos. Julio Guillán también se suma a este acuerdo, es incorporado como funcionario del gobierno menemista y, desde ese lugar, pretende su reelección como secretario general de FOETRA Buenos Aires.

Pero en noviembre de 1989, en una histórica jornada precedida por meses de conflictos judiciales, Héctor Esquivel, un antiguo dirigente del gremio, encabeza la Lista Celeste y Blanca y vence a Guillán.

1990
El FOETRA comienza un duro enfrentamiento contra la privatización que, durante 1990, paraliza al país. El gobierno responde quitando la personería al gremio y despidiendo a centenares de trabajadores.

Cuando llega el final del conflicto, el menemismo –que ha invertido enormes recursos para derrotar a los trabajadores- sabe que tiene las manos libres para acabar con el Estado.

1993
Julio Guillán está al frente del sindicato de los telefónicos.

Son los tiempos del “genocidio telefónico”, el plan de aniquilación de trabajadores más extraordinario de las últimas décadas. Con dirigentes cómplices de las empresas y extraordinariamente enriquecidos mientras los trabajadores sufren toda clase de maltratos e intentos de que abandonen sus empleos.

1997
En ese entonces un grupo de militantes decide reagruparse para recuperar el sindicato y, de ese modo, reorganizar la lucha.

En 1997, la Azul y Blanca, con Osvaldo Iadarola como Secretario General y Claudio Marín como Secretario Adjunto, recupera el gremio.

La situación con la que se encuentran es caótica. En un principio, se les impide acceder al gremio. Luego, cuando lo consiguen, se encuentran con que el desmantelamiento ha sido total.

Sin edificio, con la Federación nacional en contra y las empresas sosteniendo el acuerdo con los dirigentes vinculados al menemismo, la conducción de la Azul y Blanca comienza la reconstrucción del gremio apelando, fundamentalmente, a métodos pocos tradicionales como por ejemplo, ollas populares, escraches y tomas de edificios burlando las custodias policías.

Para la militancia sindical: la clave es recuperar la presencia en la sociedad y demostrar la importancia de la pelea por los derechos de los trabajadores.

1999
La conducción de FOETRA Buenos Aires decide en 1999 dar un paso crucial: romper con la Federación Nacional.

Desde entonces, las luchas se concentran en la recuperación de los derechos de los trabajadores telefónicos a través de: la reposición del Convenio Colectivo; el reconocimiento de los tercerizados; el final de los contratos basura; la defensa del Fondo Compensador, que es recuperado y saneado por y para los trabajadores; la construcción de un nuevo edificio para el sindicato; la recuperación de espacios fundamentales para los trabajadores como el Complejo Calfucurá; la defensa de los intereses de los trabajadores en paritarias (FOETRA Buenos Aires fue el primer gremio en conseguirlo); la conformación de una nueva federación nacional a través de FATEL y la constitución de un Instituto de Capacitación de alto nivel, etc.

2000
En los dos últimos años, una vieja aspiración de la conducción de FOETRA Buenos Aires, se hizo realidad: la puesta en marcha de un plan como Argentina Conectada, tendiente a terminar con la brecha digital, definida por Osvaldo Iadarola como “una expresión que hace referencia a la desigualdad socioeconómica entre aquellas comunidades que tienen accesibilidad a Internet y aquellas que no”.

Fundamentalmente, se ha podido hacer todo eso respetando la vocación democrática que ha caracterizado al gremio telefónico a través de su historia. Respetando los principios de pluralidad e independencia ideológica, ha sido posible recuperar la identidad y la dignidad de los telefónicos, sin renunciar a su historia y a sus tradiciones.

En tiempos en los que muchos tienden a descreer de la fuerza transformadora que tiene la unidad, los telefónicos hemos demostrado que podemos seguir apostando a cambiar nuestra realidad trabajando juntos, haciendo respetar nuestros derechos y sumando a las nuevas generaciones. Porque nuestra historia de lucha renueva su sentido y se potencia en cada nuevo trabajador que comprende la importancia de hacer su aporte individual para el bienestar del conjunto.

Fuente: FOETRA